domingo, 18 de noviembre de 2012

POESÍA LÍRICA (ANTOLOGÍA POÉTICA 1)

Poemas de la antología:


Botella al mar

Jorge Teillier

Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo
te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni
para los iniciados. Es para la niña que nadie
saca a bailar, es para los hermanos que
afrontan la borrachera y a quienes desdeñan
los que se creen santos, profetas o poderosos





La Muerte Tiene un Diente de Oro
Oscar Hahn

La muerte no tiene dientes: se ríe con la encía pelada.
Y cuando muere un rico, la muerte tiene un diente de oro.

Y cuando muere un pobre, no tiene ningún diente
o le crece un diente picado. ¿Cachai, ganso?

La muerte tiene la boca
llena de muelas tristes, de colmillos cariados,
llena de jugo gástrico en lugar de saliva.
Yo tuteo a la muerte.
"Hola, flaca, le digo. ¿Como estaí?"
Porque todavía soy un diente de leche.


En mis sueños
Elicura Chihuailaf



ÑI PEWMA MEW GÜMAN
Ka mapu mülepun gümaken
ñi pewma mew
rofülenew ti pu wechun wenu
ñi pu mawidantu mew
Müte alütuwlay ti rüpü
pu lamgen, pu peñi
ka witralen mülen tüfachi Ko
mew, pifiñ
Küpalelmu chi tamün Kallfü
Kawell wirafkülen wiñotuan
Kamapu küpan, welu ñi kümel
kaley ñi piwke
Eymün mew ta choyügen
Femgechi duguafiñ taiñ ayin
pu Che.



En mis sueños
Elicura Chihuailaf

Lejos de mi tierra añoro
cuando en mis sueños
me abrazan las altas cumbres
de mis montañas.
No es tan ancho el mar
hermanas, hermanos
y de pie estoy sobre estas aguas,
les digo.
Envíenme vuestro caballo
azul, galopando volveré
De lejos vengo, pero mi
corazón resplandece
De ustedes soy hijo, pues
Así hablaré a nuestra Gente
Amada.






¿Qué se ama cuando se ama?

Gonzalo Rojas

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.





Jamás lo olvidaré

Claudio Bertoni


dejaste que te comprara
sostenes calzones y una
escobilla para el pelo
además de invitarte a
almorzar al Naturista
y como si eso fuera poco
a la salida me pediste
una crema humedecedora
para estar suavecita
para el hijo de puta que
te correría mano ese mismo
día a las seis de la tarde.


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